A lo largo de nuestra vida tenemos que tomar demasiadas
decisiones. Elegimos nuestros amigos y nuestros enemigos, por quién sufrir o
por quién dar todo hasta no sentir. Elegimos seguir hacia delante, anclarnos en
el pasado o equivocarnos de camino. Elegimos arriesgar, vivir condicionados a
nuestras decisiones, no pensar o calcular el golpe con demasiada precisión.
Elegimos elegir o dejar que elijan por nosotros. Yo a día de hoy puedo asegurar
que elegí una segunda familia, mis amigos. Elegí querer y arriesgarlo todo aun
sabiendo que tenía las de perder. Elegí enamorarme y olvidar, pero también recordar.
Elegí mirar al frente cada día, al futuro, sin miedos y sin prisas. Elegí
cagarla y no arrepentirme, salirme del camino y volver a él. Elegí decidir, aunque,
admitámoslo, siempre lo hice a lo loco. Pero lo más importante es que elegí
vivir, y no que viviesen por mí.
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