Se quedó con el corazón más roto que las medias que
llevaba aquel sábado noche que se encontraron. Y es que las despedidas duelen,
pero más duele saber que los recuerdos te arañan día a día y que las sonrisas
siguen calando hasta los huesos, aunque no joden tanto como saber que sus besos
eran de alquiler. Tantas noches de verano regalándole caricias que al final ha
llegado el puto invierno y la ha congelado el corazón.
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