Mírala, ya no te necesita, no te echa de menos. Aunque
tuvo que chocarse con un muro imposible de atravesar a doscientos por hora, se
dio cuenta de que con príncipes tan capullos como tú merece más la pena ser la
bruja mala o incluso el lobo feroz. Mírala haciéndole la competencia al sol con
esa jodida sonrisa que volvería loco hasta al más cuerdo. Mírala pisando
fuerte, declarando la guerra a cualquiera que intente hacerla daño y
comiéndose las noches a base de otros besos que no sean los tuyos.
Mírala ser feliz a su manera, sin reglas, sin prisas, sin
ti.
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