Siempre quiso a alguien que le besara las heridas y que
nunca le prometiese quedarse para siempre. Que prefería que se largasen de su
vida sin dar explicaciones y sin ninguna razón lógica, porque los “no eres tú,
soy yo” acaban doliendo a quemarropa con los años. Ella era diferente, prefería
pasar las noches melancólicas bajo un cielo vacío de estrellas que perderse
entre botellas de tequila y rodajas de limón. Que se prometió no depender nunca
de nadie porque siempre creyó que echar de menos otros besos era un precio
demasiado caro para ella, pero al final todos los vicios enganchan y ella acabó
enganchándose a su boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario