Y hoy lo siento por las veces que te dije que estaría
ahí, por los besos que te regalé, y las sonrisas que te di. Lo siento por el
tiempo que te tuve, bueno, el que me tuviste tú a mí más bien. Pero más lo
siento por ti, porque desperdiciaste el tiempo que podrías haber gastado entre
las sábanas de otra cama y lo invertiste en inventarte mentiras baratas para
mí. Así que no lo siento por haber jugado y haber perdido, lo siento porque el
jugador que me ganó la partida no llegaba a mi altura.
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