Levanta la cabeza pequeña, que el sol no merece perderse
esa mirada. ¿Qué tropiezas con una piedra y te caes? Pues levántate mirando al
frente, y nada de curar las heridas a base de alcohol, con sonrisas, que
cicatrizan mejor. Que nada es para
siempre, ni si quiera la vida, así que vive al límite princesa, que tú no
necesitas preocuparte por perder la corona. Besa sapos, que los príncipes de
hoy en día siempre acaban por desteñir; nada de tacones de cristal, unos de
aguja que te hagan llegar a más de tres metros sobre el cielo sin necesitar al
típico capullo que lo único que hará será romperte el corazón; y un buen vestido
para que todos esta noche pierdan el culo por soñar contigo. Levanta la cabeza
pequeña, que el invierno se vuelve más frío cada vez que no escucha tu risa.
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