jueves, 27 de septiembre de 2012

Hasta las estrellas más brillantes se apagan


Lo suyo era un amor loco, que no entendía ni de reglas ni de medidas de tiempo. Era de esos amores que crean los recuerdos más bonitos de la historia pero que al final acaban por destruir, acaban por ser de todo menos sanos. Aunque a ellos eso les daba igual porque ellos eran de comerse a besos en cualquier esquina con la excusa más barata jamás inventada, de tomarse en el desayuno y de postre en la cena, de perderse entre las sábanas buscando guerra simplemente por firmar con caricias la paz. Si él era el Sol ella era la Tierra, dos flechas sin rumbo buscando su respectivo corazón. Y es que siempre aseguraron que su amor brillaba más que el cielo en plena noche de lluvia de estrellas, pero al final, todas las estrellas terminan apagándose.

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