miércoles, 23 de enero de 2013

Doscientos sueños rotos grabados a quemarropa en el corazón.


Y es que el mundo pesa demasiado y tus sonrisas hoy saben a poco. En realidad saben a mucho, pero a recuerdos, a otros besos robados, a otras lágrimas saladas que las borran, saben a otra piel. Hoy es día de besos amargos y caricias baratas. Porque para qué nos vamos a engañar, el invierno no congela los corazones hechos trizas en pleno Diciembre, lo hace cuando se acerca Febrero, recordándonos que las andadas no valían nada, pero que eran tan distintas al amor que acaban creando vicio, y lo malo de los vicios es que, aunque no queramos darnos cuenta, acaban rompiéndonos poco a poco.

viernes, 11 de enero de 2013

Esa voluntad de ser inolvidable antes de convertirme en un recuerdo.


Dicen que todo lo que hagas en esta vida será insignificante, pero es importante que lo hagas, porque nadie más lo hará por ti. Y es verdad, yo tengo la voluntad de ser inolvidable antes de convertirme en un recuerdo. Quiero ser una canción para alguien, un beso robado, incluso puedo ser un amanecer de septiembre. Que quiero ser el lobo feroz, aunque sinceramente, no me importa si al final acabo siendo la bruja mala del cuento. Que quiero ser como tus sonrisas, esas que calan hasta los huesos, o como tus miradas que hacen que me tiemblen las piernas. Que yo tengo claro que quiero ser para alguien lo que tú eres para mí, mi pequeño momento de verano en pleno diciembre, mi moneda de dos caras, mi gran oportunidad, mi perdición y mi salvación, mi casualidad más bonita, mi inolvidable.


jueves, 10 de enero de 2013

Nobody learns to forget.


Aprendemos a andar, a caernos y a volvernos a levantar. Aprendemos a confiar, a jugárnosla y a apostar sin tener fundamentos lógicos que nos hagan pensar que vamos a ganar. Aprendemos a querer y a sonreír de verdad. Nos aprendemos su nombre y sus apellidos, su dirección y hasta los lunares y cada curva de su cuerpo. Aprendemos a superar los baches, a no cagarla y nos aprendemos lo bueno de las reconciliaciones. Aprendemos a no dormir sin sus buenas noches. Pero no aprendemos a olvidar, nadie aprende a olvidar, y eso debería ser lo primero que alguien nos enseñara. Que aprendiéramos a dejar de mirar el teléfono esperando que llame, a esquivar miradas que ruegan a gritos y en silencio un “lo siento”. A olvidar cómo saben sus besos una tarde de verano o lo que calienta un solo dedo de sus manos recorriendo tu espalda un domingo en pleno diciembre.
Eso es lo que deberíamos aprender, aprender a olvidar los recuerdos y nuestros errores, pero no podemos, porque, queramos o no, cada uno de esos recuerdos y esos errores es lo que hace que hoy vivamos. 

jueves, 3 de enero de 2013

Game Over campeón.



Y hoy lo siento por las veces que te dije que estaría ahí, por los besos que te regalé, y las sonrisas que te di. Lo siento por el tiempo que te tuve, bueno, el que me tuviste tú a mí más bien. Pero más lo siento por ti, porque desperdiciaste el tiempo que podrías haber gastado entre las sábanas de otra cama y lo invertiste en inventarte mentiras baratas para mí. Así que no lo siento por haber jugado y haber perdido, lo siento porque el jugador que me ganó la partida no llegaba a mi altura.

miércoles, 2 de enero de 2013

En nuestros planes no está mirar atrás.



Somos jóvenes y alocadas. Podemos triunfar o caer y besar el suelo. Podemos estar deprimidas al levantarnos y comernos el mundo a la hora del café. Podemos enamorarnos, perder el culo, cagarla o seguir creyendo que las segundas partes acabarán en un final feliz. Que no seremos maduras ni tendremos los pies en la tierra. No sabremos lo que haremos hasta que llegue el momento y puedo asegurar que a ninguna de nosotras nos gustan los planes si no son para irnos de fiesta. Así que la cagaremos muchas veces, eso está claro, pero también se nos da bien eso de cicatrizar heridas y aprender a olvidar.
Porque por muchas veces que caigamos siempre nos vamos a levantar.

Porque es lo que deberíamos hacer, quemar y quemar calendarios. Vivir sin horarios, sobrevivir a diario.


Cuando esperamos que el recuerdo más bonito que tenemos vuelva a suceder, lo único que hacemos es perder el tiempo, tiempo que necesitamos para curar heridas, para olvidar, para aprender a querer otra vez, tiempo para volvernos a enamorar. Y ese tiempo no vuelve, se fuga huyendo de los relojes y los calendarios. Porque nos pasamos la vida diciendo que necesitamos tiempo, cuando en realidad nos sobra lo suficiente como para construir nuestra vida desde cero después de que se haya derrumbado mil veces.