lunes, 1 de octubre de 2012

Andadas que no valen nada.


Hace tiempo que ya no te echo de menos y afortunadamente mi cama ya no huele a ti. Dicen que el tiempo hace el olvido y para mi suerte mi reloj avanza a doscientos por hora sin parar ni un segundo, no vaya a ser que mi boca empiece a necesitar el sabor de tus besos y mis manos recuerden las caricias que trazaba por tu piel. Y es que nunca me gustaron las despedidas y no sé si lo sabías y por eso te largaste sin ni si quiera dedicarme un mísero adiós. Pero, ¿sabes? A veces lo prefiero, lo de volver a las andadas me gustaba, pero tú empezabas a cansar.

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