jueves, 12 de enero de 2012

Uno de los días más especiales con ella fue el primer día que entré en su habitación. Cuando cruzabas la puerta sentías que entrabas de pleno en su cabeza, era como un pequeño planeta a parte. Tenía una pequeña cama porque aseguraba que no necesitaba dormir para soñar, ya que se ocupaba de hacerlo cuando estaba despierta. En la pared que había frente a la cama se encontraba pintado un gran "Buenos dias princesa", porque no necesitaba que nadie se lo dijese cada día al despertar. Tenía un espejo porque le gustaba que cuando se ponía guapa hasta él se enamorase de ella. En una pequeña mesilla había una bola del mundo que giraba cada mañana porque decía que le aburria que el mundo girase siempre en el mismo sentido. En su armario tenía colgado un vestido precioso de princesa y al lado de éste el de "zorra poligonera" que se ponía de vez en cuando para evadirse del mundo. Entre unos cuantos papeles tenía una carpeta en la que se podía leer "Instrucciones de la vida", cuando vio mi cara de asombro al darme cuenta de que estaba vacía, una sonrisa se dibujó en su cara y lo único que me dijo fue: "¿Qué te esperabas? Siento darte la mala noticia de que la vida no viene con manual de instrucciones cariño".
Pero ¿sabes qué es lo que hizo de verdad especial ese día? Que al tumbarme en la cama me di cuenta de que el techo estaba lleno de estrellas, unas pequeñas y preciosas estrellas, entonces se tumbó a mi lado y me susurró al oído: "Son sueños cumplidos, mira, ¿ves aquella? Eres tú".

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