jueves, 29 de marzo de 2012

Y probó tantos labios que perdió emoción.

Quizás fueron los amores de verano o los recuerdos dolorosos que el frío invierno congeló. A lo mejor fueron los pedazos de su roto corazón, ahogados en alcohol cada noche de luna llena o puede que fueran los amaneceres en camas ajenas buscando un poco de calor. Podrían haber sido todas aquellas miradas cómplices, los besos robados por los portales de la ciudad o quizás los rayos del sol dorándole la piel en pleno otoño, mientras saboreaba unos labios desconocidos. No sé exactamente qué fue lo que hizo que se quedase con esa locura tan perfecta que hace que parta la tierra en dos, con esas miradas más profundas que el mar y con la primavera prisionera en esa puta sonrisa. Lo único seguro es que desde hace mucho tiempo es jodidamente feliz.

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