jueves, 1 de noviembre de 2012

Ellos eran más de echarlo a suertes que de darlo todo por perdido.



Y se comían a besos en medio de la calle mientras la lluvia de un Noviembre frío los calaba hasta los huesos, pero no los importaba, porque estaban perdidos en cualquier lugar lejano planeando cómo sacarse las sonrisas a cosquillas cuando todo fuera mal y cómo declararse la guerra con miradas de esas que los hacían acabar perdidos entre las sábanas. Y es que siempre que estaban juntos preferían escapar, deshacerse del mundo, buscar la locura en cualquier lugar. Dicen que los amores locos nunca acaban bien y que lo único que dejan son las cicatrices más perfectas y más dolorosas que jamás podremos borrar, pero ellos siempre fueron de apostar a un “todo o nada” y habrían preferido que los recuerdos apareciesen por sorpresa cada puto Noviembre para recordarles que ya no estaban juntos a haber salido corriendo en dirección contraria cuando empezaron a quererse más de la cuenta.

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