lunes, 27 de febrero de 2012

Y ella sigue en el mismo lugar después de tres meses, mirando el sol hundirse en el mar mientras llueve en sus ojos, sentada sobre los mismos granos de arena en la que una noche la hizo suya. Con el corazón doliéndole a quemarropa y su cerebro en huelga negándose a pensar. Esperando que vuelva su olor o el sonido de su risa. Esperando volver a sentir el tacto de sus manos sobre su piel. Esperando que amanezca, esperándole a él.

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