lunes, 5 de marzo de 2012

En realidad no tienen argumentos lógicos, ni siquiera improvisados.

Un bar de mala muerte, ella con sus amigas y él con sus colegas. Él que juega al póker y ella que intenta darle a las bolas del billar. Podrías pensar que son los típicos, pero fíjate en los detalles. Fíjate en ella, en la sonrisa de estúpida enamorada que esboza su boca cuando se da cuenta de que él la mira a escondidas, y en ese mechón rebelde de pelo que se hecha para atrás cada dos por tres con el único proposito de que él pueda ver a la perfección esos ojos color caramelo. Ahora fíjate en él, en esa risa contagiosa que sale de sus labios con sabor a miel y en el brillo de sus ojos, que se pasean fugaces por la habitación con miedo a gritarla que la quiere si se cruzan sus miradas. Si te has fijado bien no te hará falta mucho más para comprender que si uno de ellos dice vamos, el otro dice venga.

2 comentarios:

  1. Me encanta tu blog y este texto está genial:)
    http://comosifueraselcentro.blogspot.com/

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